Para cocinar deliciosos platillos al horno, para dar color o alisar el cabello, para almacenar alimentos o cubrir sobras… El papel de aluminio se ha convertido en un elemento esencial en el hogar y sus aplicaciones son diversas. Entre ellas, hay un uso poco conocido, pero muy inteligente, que quizás no sabías: protege tu ropa en cada lavado y previene la electricidad estática. ¡Descubre este brillante consejo rápidamente!
En realidad, al lavar la ropa en la lavadora, se libera automáticamente una cierta cantidad de carga eléctrica. Esto puede afectar considerablemente la ropa, desgastando los tejidos o incluso rompiendo las telas delicadas. La electricidad estática puede originarse de la propia lavadora o del roce de las prendas durante el ciclo de lavado. Este fenómeno de electrificación de los tejidos suele resultar incómodo y poco atractivo. Entonces, ¿por qué sería beneficioso incluir 3 bolas de papel de aluminio en el tambor? A continuación, te explicamos todo.
Bola de aluminio – Fuente: spm
¿Por qué deberías usar bolas de papel de aluminio en la lavadora?
La lavadora es el lugar donde se acumula más electricidad estática, ya que cuanto más rocen las prendas entre sí al secarse, mayor será la carga eléctrica generada.
Al introducir bolitas de papel de aluminio en cada lavado, notarás que estas absorben toda la energía estática, evitando así que la ropa se dañe o se cargue eléctricamente.
El proceso es muy simple: solo necesitas colocar tres bolas de papel de aluminio del tamaño de una pelota de golf y seguir los pasos habituales para añadir el detergente y seleccionar el programa de lavado que sueles usar.
Nota: si las prendas que lavas tienden a acumular mucha electricidad, es importante usar suavizante durante el ciclo de lavado y optar por un programa de centrifugado corto para no agravar el problema.
Sacar la ropa de la lavadora – Fuente: spm
¿De qué está compuesto el papel de aluminio?
El aluminio es un elemento químico que se obtiene de un mineral llamado «bauxita». Este metal no es ferromagnético, lo que significa que no tiene los componentes necesarios para magnetizarse fácilmente. La lámina de aluminio se produce gracias a una mezcla de hierro y sílice, además de un 98,5% de aluminio. También, la lámina de este metal es muy maleable y es un excelente conductor del calor.
Otros usos sorprendentes del papel de aluminio
Además de lo mencionado, el papel de aluminio puede ser útil en nuestra vida cotidiana para simplificar ciertas tareas o resolver pequeños inconvenientes.
Aquí algunos usos sorprendentes e incluso inusuales:
- Limpieza de sartenes quemadas: un simple trozo de papel de aluminio arrugado puede eliminar rápidamente los residuos de quemaduras. Solo frota bien y los restos se despegarán más fácilmente.
- Desplazar muebles en la sala: ¿se ha acumulado polvo en la sala y planeas limpiar? Si tienes problemas para mover la mesa de café porque es demasiado pesada, no te preocupes: coloca pedazos de papel de aluminio debajo de las patas de la mesa y notarás que se desliza más fácilmente.
- Restaurar el brillo de cubiertos oxidados: si has encontrado cubiertos viejos o joyas que están opacas y oxidadas, este es un método sorprendente para devolverles su brillo. Coloca una lámina de aluminio en el fondo de un recipiente, llénalo con agua caliente y sal gruesa, y sumerge tus objetos. Déjalos actuar un tiempo antes de enjuagar y secar. El resultado es impresionante: ¡tus objetos brillan como nuevos!
- Limpieza de la plancha: si está cubierta de manchas y suciedad, la plancha se vuelve pegajosa y menos eficiente. Esto también deja marcas poco atractivas en la ropa. Forma una bola grande de papel de aluminio y frota las áreas más sucias. ¡Estará lista para usar de nuevo!
Consejos adicionales para cuidar tu ropa
Desteñirse, encogerse, afieltrarse… ¡tu ropa no merece ese destino! Aquí te mostramos cómo prolongar su vida útil.
Conservar los colores originales.
El tie-dye es bonito, pero solo cuando se elige…
Prendas blancas: para que se mantengan blancas, deben protegerse de la luz que las amarillenta. No dudes en guardarlas en cajas oscuras o en cajones opacos, lejos de la luz directa.
Prendas de color: para realzar los colores, añade vinagre blanco al agua del último enjuague o úsalo como suavizante.
Prendas negras: lávalas juntas y al revés.
Agrega vinagre blanco al agua de enjuague para fijar el color y nunca las planches del lado derecho para evitar que brillen. Para intensificar el negro, sumerge tus prendas oscuras en agua fría de cocción de espinacas (sin las espinacas) antes de lavarlas.
Respetar las formas
Un suéter de lana o un tejido de algodón no deben deformarse…
Antes del primer lavado: pasa por un baño (muy) salado. Remoja tus camisetas de algodón (respetando los colores) en un recipiente con agua fría y 4 puñados de sal gruesa.
Para suéteres de lana: evita la lavadora. Lávalos a mano en agua tibia con escamas de jabón de Marsella. Sumérgelos sin frotar y enjuágalos bien, finalizando con un enjuague en vinagre blanco diluido. Seca tus suéteres de lana en plano, entre dos toallas suaves.
¿Se ha encogido a pesar de estas precauciones?
La única solución: relajar las fibras. No solo tirando de ellas, sino sumergiéndolas primero en una mezcla de agua fría y glicerina (o acondicionador), estirando suavemente las mangas y los bordes hasta que el suéter vuelva a su tamaño original. Escúrrelo en una toalla y déjalo secar, estirándolo regularmente.
¿Se ha afieltrado a pesar de todo esto?
Remoja tu suéter durante una hora en vinagre o agua fría o tibia.
Corregir los colores
¡No, la decoloración no te vencerá!
¿Se borrará, no se borrará?
Para averiguarlo, realiza la prueba del hisopo húmedo frotado sobre la prenda. ¿Está teñido? El color de tu prenda puede desteñirse con el lavado y manchar todo a su alrededor.
Para detener el sangrado: lava tu prenda en agua fría con vinagre y jabón líquido de Marsella.
Lo básico: clasifica tu ropa por colores para evitar que se mezclen. Selecciona un programa de lavado en frío o a un máximo de 30°C. Si decides lavar a mano, hazlo prenda por prenda.
¿Se frotó? Puedes reparar el daño con cristales de soda. Remoja tu camiseta descolorida durante un día en 1 litro de agua caliente con una taza de cristales. Si la mancha es localizada, frota con una pasta de bicarbonato y agua, luego deja actuar antes de enjuagar.
Eliminar imperfecciones
El tiempo pasa…
Marcas de sudor: sumerge tu camiseta blanca de algodón en una mezcla de agua y jugo de limón. También puedes sumergirla en un recipiente con agua fría y un vaso de vinagre blanco.
Olor a sudor: disuelve varias tabletas de aspirina en un recipiente y sumerge la prenda en él.
Brillo (para tejidos negros): plánchalo con un paño empapado en vinagre casero.
Bolitas de pelusa: quítalas con una navaja o atrápalas con whisky escocés.
Amarillamiento: hierve tu camiseta gris en una mezcla de agua, escamas de jabón de Marsella y jugo de limón.
Cinco técnicas para planchar sin plancha
Vaporización: cuelga tu ropa en una percha, rocíala con agua tibia y déjala secar. Verás cómo las arrugas desaparecen.
Ducha: aprovecha el vapor del agua caliente para colgar tu atuendo del día en una percha y alisarlo como por arte de magia.
Toalla húmeda: una prenda arrugada se puede alisar si se “plancha” con una esponja húmeda, colocada sobre la prenda.
Sobre una olla: este truco requiere techos algo altos, pero puedes colocar tu camisa sobre una olla de agua hirviendo para disfrutar de los efectos suavizantes del vapor caliente.
Con un secador de pelo: rocía con agua y sécalo. Ten cuidado de no tocar la boquilla para no quemar la tela y usa un calor suave.
El consejo de (tu) abuela: Lavar en red
Mi abuela, que era muy elegante, coleccionaba chaquetas de cachemir.
Me dio algunas, junto con excelentes consejos: antes de meter el cárdigan en la lavadora, envuelve los botones en papel de aluminio bien ajustado. Lava los chalecos con frecuencia, ya que cuanto más los laves, más suaves y bonitos se verán. Lávalos solo con agua fría o tibia, a 30°C. Y, sobre todo, colócalos en una bolsa de lavado.
¿Sabías que?
Las fibras naturales o sintéticas de una prenda no encogen durante el lavado, sino durante el secado, cuando el agua se evapora de ellas.